Había una vez una ratita que todos conocían como “la ratita presumida”.
Ella se llamaba así porque era muy presumida. También estaban los ratoncitos
mosqueteros: Patatón, Chulico y Cabezota. Las ratas y los ratones eran enemigos
y no sabían qué hacer.
Un día, cuando la ratita presumida iba a comprar pan, se
encontró con Patatón, el más pequeño de todos los ratones, y se enamoraron. Pero
era complicado porque las ratitas y los ratoncitos eran enemigos.
Al final convencieron a todos los ratones y ratonas del
pueblo de que todos deberíamos ser amigos porque por dentro todos somos iguales.
No hay por qué ser enemigos ya que todos somos iguales. Se casaron, vivieron
felices y comieron queso.
Fin
Sara